Mis hermanos y hermanas,
Mientras nuestro Creador nos ha dado el regalo de la vida y las enseñanzas de la Iglesia de que cada vida es sagrada, todos los días se nos recuerda que vivimos en un mundo en el que la vida se da por hecho e incluso se ignora.
Cuando la violencia afecta al "extraño" o al "invisible" nos facilita ignorarla o pensar que no existe. En muchos sentidos estamos distanciados de esta cultura de la muerte. A veces, sin embargo, vemos de primera mano, sobre todo cuando los niños pequeños de la escuela son asesinados sin sentido, que estamos viviendo en una cultura que se ha convertido en una ofensa a Dios y a los demás de esta manera.
También hemos aprendido que estos desafíos no mejoran cuando los enfrentamos de forma aislada. Si bien muchos de nosotros recientemente hemos dado la bienvenida a un regreso a estar rodeados de una comunidad amorosa, es posible que muchos otros nunca tengan la experiencia de ser cuidados, bienvenidos o amados por una familia o vecino.
Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de abordar estos males y apoyarse mutuamente para superarlos. Estamos llamados a ser instrumentos de sanación y embajadores de reconciliación unos con otros. La verdadera sanación vienede Aquel que nos creó; no podemos sanarnos verdaderamente a nosotros mismos. En medio de la crisis, cuando preguntamos: "¿Por Qué?" o "¿A Dónde?" debemos mirar a Cristo y a dónde nos lleva.
Hay muchos pasos que se pueden tomar para abordar problemas como la violencia de cualquier tipo, la salud mental y las divisiones que nos impiden mejorar nuestra cultura. El camino a seguir es de amor. Cuando tratamos al "otro" como nuestro prójimo, lo ayudaremos a encontrar esperanza y aceptación. Juntos encontraremos esperanza de esta manera, amándonos unos a otros como Dios nos ha amado.
Por favor, únanse a mí en oración por los fallecidos y por sus familias afligidas, asi como por aquellos que están solos, enojados, aislados y perdidos.
En Cristo,
+Luis Rafael Zarama, JCL
Obispo de Raleigh